Esta fuerza aérea experimentó un resurgir y un declive en unos pocos años, finalmente terminó siendo la ultima defensa de una Alemania destrozada física y moralmente por los devastadores efectos de una guerra mundial. Bastaba con oír el zumbido de los motores de la Octava fuerza aérea, para que el pueblo alemán se refugiara con la esperanza de oír rugir los motores de su fuerza de caza protegiéndolos de los bombardeos.
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